Una conversación pausada, sin prisas, en el cálido ambiente que te permite saber que estas en casa, en la tierra que te vio nacer. Antonio López Imaga( 34 años, Cartagena) tuvo que emigrar al extranjero antes de la crisis, pero luego no pudo volver por la mala situación del país. Ahora da gracias por regresar a España.
Admite apenado que su marcha se debió, como a muchos otros españoles, por la búsqueda de una mejor situación laboral. Al ser preguntado por si volvería a buscar oportunidades fuera la plática pasa al silencio. Las dudas son evidentes en su rostro, parece sentir todo lo que ha perdido por estar ocho años fuera.
“Mi país me dio las habilidades que tengo, que no son solo técnicas” afirma al pensar a quién le tiene que dar las gracias, si al país que lo formó o al que le dio una oportunidad laboral.
Entre cada trago de café se nota la prudencia en sus ojos, ya no ve nada igual desde que se fue, incluso siente competitividad con los españoles que están en su misma situación. En 2007 hizo las maletas y tendrá que volver a hacerlo si quiere trabajar en lo que le gusta y en lo que quiere hacer.
“Una experiencia formadora, te formas profesional , técnicamente y personalmente” algo que como el asegura no se puede conseguir en España, solo por una razón de actitud en el día a día. Lo que más valora de su estancia en Irlanda es que “prima la meritocracia frente a la “dedocracia” de España”
Es evidente la diferencia que hay entre ambos países, pero la persona se adapta para sobrevivir, él pensaba que estaría cuatro años, pero estalló la crisis y tuvo que quedarse allí otros cuatro años.
“Yo me fui a sabiendas de que habría crisis, no era sostenible la situación del país”. Era una economía improductiva asegura, el tiempo que debió estar fuera se le hizo más largo de lo que esperaba. “Lo que más eche de menos fue el Sol, la familia y el idioma” confiesa con dudas sobre si tomó la decisión correcta. “El Sol es casi una cuestión médica”, comenta.
El cigarro que encendió al inicio ya se estaba consumiendo y entre el humo las verdades empezaron a aparecer: “el personaje resultante de esa estancia en el extranjero eres tú mismo, no tienes influencias de amigos y familiares, eres más tú”.
En los últimos compases de sus palabras, que sonaban a queja y descontento generalizado, empiezan a florecer las realidades del campo en el que trabaja, el de los videojuegos: “Es estresante y bonito porque todos crecimos con ellos” dice con mucha ilusión en los ojos.
El café y el tabaco ya escaseaban, él culpa a su país por tener que vivir tanto tiempo en el extranjero. La crisis los exilió y ahora esperan tener la oportunidad que merecen.